11 de noviembre de 2016

#Relatos Eróticos

Éramos amigos, y lo peor de todo es que hablo en pasado porque después de esto todo cambiaría, el caso es que estamos en el mismo grupo y jamás me fije en él, sin embargo a él le encantaba. El verano está para vivirlo lo más intenso posible, y en la búsqueda de mi yo más interno, por primera vez en la vida me dejé llevar.
Todas las noches me preguntaba que tal estaba y nos contábamos un poco el día a día, no había nada sospechoso en esto, el caso en que en aquellos años usábamos messenger y una noche sin planes me preguntó si quería ir a su piscina, pensando que quedaríamos con más amigos le dije que si, eran las 12 de la noche y era algo que habíamos hecho muchas veces, pero nunca a solas.
Entré en su casa, nos bañamos, jugueteamos y al entrar para ver una peli empezó a darme un pequeño masaje, y justo en ese momento me di cuenta que algo estaba cambiando, su mano pasaba sutilmente por mi barriga mojada y bajaba hasta el punto exacto donde empieza el bikini. Me entraron escalofríos, nerviosismo, y una especie de excitación que me bajaba desde el pecho hasta la entrepierna... tan solo tenía 21 años y hasta entonces era tan tradicional que solo me había acostado con mis novios y después de salir semanas. Pero de repente me descubrí extremadamente lubricada y mi subconsciente me dijo: puedes seguir, igual está mejor de lo que te imaginas.



Me tomó de la mano y me llevó a la cama, él era policía y con doble sentido le pregunté por su arma
-Aqui la tengo, me dijo señalando una mochila y reímos
-Espero que sea mentira.
Estoy en contra de las armas desde que tengo uso de razón, y al enseñármela y ver que era verdad por alguna extraña razón me excitó más aún. Me hizo sentir protegida, y supongo que supe que al fin y al cabo formaba parte de su trabajo
-Quiero que me detengas entonces, le dije con la mirada más seria del mundo
Jamás me habría imaginado que entrar en este juego haría que mis partes estuvieran literalmente chorreando. Pero él me dio la vuelta aún de pie y con un poquito de fuerza me puso mirando a la pared, con una mano tenía mis muñecas sujetas, fuerte, seguro. Y con la otra empezó a tocarme los pechos con ganas contenidas...bajó por la barriga entreteniéndose en mi ombligo y llego al bikini. Dios mío, aun recuerdo cuál era, uno rosa que se ataba a los laterales y brasileño! El caso es que seguía bajando y mis nervios ya no existían, me besaba por el cuello, boca y hombros, mientras su mano bajaba y bajaba hasta llegar donde quería finalmente. Me llevó a la cama y me tumbó, digo tumbó por que fue un pequeño empujón decidido, delicado, con la fuerza justa. El bikini ya estaba por los suelos y su boca ya estaba en mis partes
-Es como imaginaba
Dijo y no supe que responder porque en ese momento porque su lengua comenzó a hacer algo extraordinario, me lamía como si fuera un helado, tocaba mi clítoris dando vueltas, me estaba volviendo loca de placer, y cuando la pensaba que no podía mejorar, introdujo un dedo a lo que respondí con un gemido tan fuerte que creo que se me escuchó en kilómetros.
Después de esos minutos de placer máximo, lo empujé para que ocupara mi sitio y me puse encima suya, abierta para él le mirara fijamente a los ojos y así ver su reacción al entrar dentro mía. Puso los ojos en blanco y echó la cabeza hacia atrás mientras se mordía el labio, me di cuenta que su tamaño era enorme pero el estar tan corrida hacia que fuera fácil de entrar. Me moví despacio pero profundamente unas pocas veces y supe que algo iba mal cuando me agarró y de la cadera y dijo:
-Para, para!
Estaba tan excitado que iba a correrse y yo me estaba enfadando, paré unos segundos y volví a la carga, con mas energía que antes, me di la vuelta, agarré sus tobillos y brinqué tan fuerte que hubo un estallido por parte de los dos.
-Lo siento- su mirada profunda, sus ojos verdes y su cara me dijo que lo sentía de verdad
-No te preocupes cari, tenemos toda la noche para que lo arregles- y me tumbé a su lado.


A eso de las 6 de la mañana le dije que me iba, le di un beso en la boca y salí
A partir de ese día siempre que quedábamos en grupo teníamos una mirada complice, sonrisas y recuerdos imborrables.






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